sábado, 8 de diciembre de 2007

Desarrollo teórico

La arquitectura como paisaje

La fuerza del término "paisaje" radica precisamente en su contundente implantación en nuestro bagaje conceptual. Se intenta valorar el paisaje desde una calidad espacial relacionada con la presencia de lo ausente: las grandes superficies, los suelos, los horizontes, las vegetaciones, las texturas, las rugosidades…
Se considera el vacío como "material arquitectónico" de primer orden, no tanto por su eventual valor "natural" como por su importante componente abstracto, esa cualidad ambigua del espacio "en negativo", conformado por "ausencias" más que por "presencias". Una "arquitectura del vacío" puede plantearse entonces, también, en resonancia con las cualidades de un "paisaje-espacio libre" instrumentalizado, precisamente, a través de sus propias cualidades "vacantes"; como "campo" abierto de fuerzas, cruzado por amplias líneas de fuga, en el que se manifestarían con contundencia las superficies, los horizontes, los encuentros entre cielo y suelo. Sería ésta una arquitectura de superficies solapadas: "suelos sobre otros suelos"…
Una "arquitectura de los suelos" capaz de privilegiar los contenidos, cambiantes en función de las mutaciones (por oposición a la antigua figuración, cerrada, estanca, difícilmente modificable una vez decidida). Mecanismos nuevos proclives a siluetas desvanecidas, a formas vagas, a la continua fluidez entre espacio exterior y espacio interior. en comunión con la naturaleza, precisamente a través de una "lógica de transición" capaz de generar espacios elásticos y flexibles, decididamente "topológicos"…
Arquitectura y paisaje integrarían un nuevo modo artificial-natural en algunos casos arquitecturizando (plegando, recortando, llenando, proponiendo nuevas formas topológicas) y en otros paisajeando (forrando, envolviendo, cubriendo) una arquitectura en sinergia con la naturaleza que la envuelve… una arquitectura que se incorpora como paisaje… no como objeto.
"Geografías construidas más que arquitecturas". Geografías donde la eficacia de la arquitectura no radica en la definición figurativa del objeto, sino en la propia capacidad de proponer una nueva topografía. Ya no se trata entonces de seguir creando bellos "volúmenes bajo la luz", sino "paisajes ambiguos bajo el cielo". Enclaves mestizos capaces de generar su propia energía. Campos dentro de otros campos. Suelos sobre otros suelos…

Paisaje y topología

El concepto de campo, referido a "lugar" en arquitectura, surge de una condición más nueva y abstracta, flexible y receptiva del proyecto contemporáneo en relación al "medio", lejos de ser una evocación clásica o una imposición moderna. Define el lugar como un marco de reconocimiento pero también como un escenario entre tensiones y fuerzas, como un campo de acción.
Una atención a las condiciones de campo puede implicar estrategias más flexibles para acomodarse y moldear topografías ya existentes del lugar. Las logísticas de campo tratan de convertirse en una oportunidad, apartándose de una ética y una estética moderna de trasgresión. Trabajando a favor del lugar y no en contra; registrando y aceptando la complejidad de los datos existentes. La arquitectura necesita aprender a gestionar esta complejidad, y paradójicamente solo puede lograrlo si renuncia a ciertas medidas de control. Las logísticas de campo proponen una aproximación provisional y experimental para desarrollar esta tarea.
Trabajar con logísticas de campo implicaría trabajar con dispositivos capaces de articular movimientos y acontecimientos, referidos a trayectorias de orden fluctuante, variables según lógicas internas y tensiones externas. Entonces… hablar de edificios no reflejaría esta extraña situación de intercambio y energía… porque la arquitectura definiría campos entendidos como ambiguos "lugares intermedios" entre espacios y territorios: campos de fuerzas dentro de otros campos de fuerzas llamados a relacionar con el entorno físico y virtual. La arquitectura como intensidad de campos de fuerza atiende, así, a las implantaciones, a las influencias, a los vínculos, a las atracciones, a las repulsiones; simultáneamente. Son configuraciones genéricas que relacionan y configuran a la vez "acontecimientos particulares", enriqueciéndose con la información de escenarios, programas, sucesos e intereses concretos. Los campos siempre están en movimiento y en constante proceso, en dinámicas complejas… nunca se reconstruyen.

Paisaje y topografía

El paisaje sólo es interesante si lo entendemos en su sentido más amplio: como una categoría del sistema operativo topográfico, y no como una categoría del entorno construido… Se trata de paisajes virtuales manipulados que remiten a la naturaleza vacante de los espacios libres intersticiales y a la construcción del paisaje como escenario y como construcción a un tiempo: "paisajes dentro de otros paisajes".
No hay objetos y una realidad exterior, sino un continuo de topografías que envuelven y desenvuelven, que se cierran y se abren, que enfocan y sirven de foco. Dichas topografías conforman nuevas geografías sobre el territorio... "geografías construidas más que arquitecturas".

Topografías operativas

Llamamos topografías operativas a la generación de dispositivos concebidos como movimientos estratégicos de pliegues en el territorio... los cuales definen enclaves de naturaleza cuasi geográfica.
Pliegues: “Formas que surgen del suelo y crecen, en vez de asentarse simplemente sobre el terreno”. Espacios de pliegue, más que volúmenes prismáticos; "revesas" programáticas, más que "cristalografías" puras, predeterminadas. Topografías más que volumetrías...
El suelo se convierte en una superficie activa, un plano construido del que la arquitectura emerge como una figura improbable y fluctuante.

Dispositivos:

1/ Surcos “una alternativa de rascar el cielo es rascar el suelo”
Movimientos estratégicos de tierra, excavaciones generadoras de paisaje, de actividades, de complejidades programáticas con el simple gesto de extraer tierra. El trabajo de la cota en el suelo genera distintas situaciones, actividades y sensaciones de vivir el paisaje.

2/ Trincheras “pliegues que crecen en el suelo”
Ya no se trata de "tabicar espacios", ni tampoco de "parcelar usos", sino de articular actividades en un espacio preferentemente fluido, libre, tan sólo pellizcado por trincheras de servicio (acumuladores "en negativo") que revelan una preocupación por colonizar el paisaje a partir de dispositivos de infiltración y distanciamiento no ligados ya a estrictos trazados geométricos, sino de configuración más libre e intencionada. Dispositivos que actuarían "insertando", "densificando" y "preservando" al mismo tiempo.

3/ Relieves verdes “ movimiento de extrusión de masas verdes”
Dispositivos que se conciben como paisajes… Erupciones de paisaje dentro de otros paisajes.
La vocación de horizontalidad de los suelos cede aquí ante un movimiento de extrusión de relieves verdes. Movimientos de reaparición de lo topográfico hacia geografías cada vez más explícitas. Son enclaves verdes más que sistemas organizativos, movimientos de pliegue basados en una radical hibridación entre paisaje y arquitectura.